A lo largo de toda su obra, la escritora chicana Gloria Anzaldúa buscó cuestionar el lugar de la identidad y su conexión con las posibilidades de crear nuevas formas de reconocimiento desde la experiencia. Sus textos han impulsado la necesidad de conformar nuevas posiciones de enunciación, desde las cuales las ficciones y las figuraciones feministas desplacen los lugares comunes, las certezas y las identidades cerradas o definitivas. Necesitamos dar espacio a las figuraciones que reconfiguran la identidad y la experiencia, a fin de repensar el sentido político del nombre y la identidad. Serpientes y nepantleras son dos conceptos que, desde la escritura de Anzaldúa, fuerzan una resignificación de la pertenencia, abriendo las posibilidades de encontrarse con otros a partir de fugas identitarias y experiencias marcadas por la diferencia que permiten el surgimiento de nuevos espacios de acción, transformación y reconocimiento políticos. […]
En la escritura de las mujeres de color, la mujer, la experiencia, la diferencia y la identidad se tornan articulaciones ya no lineales sino desmontables, que requieren ser revisadas desde espacios capaces de movilizar ya no sólo certezas o verdades últimas, sino más bien, preguntas, dudas y contradicciones. […]
En este artículo recorreré la obra de Gloria Anzaldúa reflexionando en torno a la potencia de las escrituras con vocación autobiográfica, que son articuladas por esta autora a partir del concepto de autohistoria, el cual es desarrollado en sus escritos tardíos. La noción de autohistoria nos interroga acerca de los límites de lo íntimo y fuerza las barreras que construyen los silencios que ordenan qué es lo que puede ser dicho y qué es lo que conviene callar. A través de este concepto, Anzaldúa desmonta los mandatos del buen decir y escribe contra sí misma (flores, 2009) para rescatar un conjunto de memorias que, por monstruosas y contradictorias, desafían, desde lo más profundo de sus entrañas, los imaginarios que articulan los múltiples mundos desde los que esta autora levanta la voz […]