La teoría feminista ha construido una crítica particular de la pornografía que está lejos de ser uniforme y toma el carácter de un debate. Sus orígenes tienen lugar en Estados Unidos a finales de los setenta, en donde se consolidan dos posiciones: una antipornografía y otra pro-sex. En España, autoras como Raquel Osborne y Dolores Juliano asumen la segunda postura, abonando el terreno para la consolidación del porno-feminismo, que intenta eliminar los sesgos androcéntricos del discurso pornográfico, produciendo pornografía con fines adicionales al masturbatorio. […]
En la historia tradicional solemos acercarnos la vida de las mujeres a través de los testimonios y documentos dejados por otros actores sociales, generalmente hombres que han representado el pasado femenino desde una perspectiva social habitualmente androcéntrica. Es por ello que los grupos que se encuentran fuera de las esferas de poder, como las mujeres, y específicamente las prostitutas2 , han sido resistentes a la historización3 y por tanto han dejado pocos testimonios directos respecto de su propia participación en la vida social […]
Lo que conocemos como “globalización”se imprime en un contexto económico y social que exacerba desigualdades inherentes al sistema capitalista y patriarcal de manera extremadamente negativa para las mujeres. La violencia contra éstas resulta inherente a este proceso de expansión de la hegemonía neoliberal, siendo la trata con fines de prostitución forzada un ejemplo de ello que pasaremos a politizar. […]