Gilda Luongo

Carmen Berenguer, tus encajes del oficio

Carmen Berenguer, tu invitación me desata. No es tiempo hoy para pusilánimes, para moderaciones ni para escatimar pasiones. No en mayo-junio feminista. Tu Obra poética desata mis nudos en este presente de hoy, de revuelta de muchachas jóvenes, nuevecitas en andanzas feministas radicales. Cómo no volver a la resonancia de las escenas nuestras, Carmen, en estos contextos, tu tremendo cuerpo, tu cabellera con el mechón blanco, tu rostro redondo y tus ojos refulgentes de pasión, tu piel morena y bien política sentada en la sala de reuniones de La Morada en los noventa; tu cuerpo grande ardiente en las calles del 2011, un 8 de marzo esperando la marcha sentadas en La Alameda, despotricando contra las instituciones que se toman este día; cuerpos desobedientes de mujeres activistas, con mi cáncer desatado y el tuyo aun silente, esperando el minuto. Tu boca ancha y esa voz fuerte y mandona en un taller con mujeres lesbianas; tu ires y venires para conmemorar esto o lo otro con la izquierda en ristre; leyendo juntas en algún aniversario por la muerte de Pet; tu voz liderando el grito en el velatorio de Pet: “Compañero Pedro Lemebel, presente ahora y siempre”; tus talleres de poesía en la Chile; tus ojos perfomanceros y tus redes, Carmen, tus múltiples redes de complicidades, tus tráficos de complicidades; tus búsquedas escénicas de la mano de tu hija Carola; tu paso firme en algún estacionamiento, un tropezón y tu cuerpo se levanta grácil como si no pasara nada; tu iracundia con esta derecha nuestra de cada día. Activista cultural, te llamas a ti misma a boca llena y eso me enamora porque no habrá descanso de tu lengua, de tu cuerpo y de tu cabellera desatada, como yo, hoy 2 día contigo, mujer poeta de amar que has marcado este territorio a fuego con tu paso diurno y nocturno, provocador citadino, viajero, con tus ideaciones, tus posicionamientos, tus invenciones, tus exploraciones incansables, tu siempre ir más allá, Carmen, hiriendo con signos ígneos las islas pobres de este largirucho y guliento país. […]