Felipe Rivas

Sobre pintura e interfaces

LA IDEOLOGÍA DE LA INTERFAZ. La interfaz gráfica de usuario ha sido proyectada utópicamente como una superficie invisible: la mejor interfaz debe ser invisible al usuario. Algunos afirman que la tecnología pasa por dos etapas: en la primera el dispositivo es muy evidente. En la segunda se interioriza hasta volverse invisible. La ideología de la interfaz nos dice que ésta debe ser clara y transparente. Que la tecnología es sólo una herramienta para que los usuarios logren sus fines, sus objetivos. La interfaz debe ser utilitaria. ¿Cómo sabemos si estamos ante una buena interfaz? Por su grado de usabilidad, nos dicen. El fin de la interfaz es ser cada vez menos ella misma, es ser el acoplamiento perfecto entre el hombre y la máquina: el canal que los convierte en uno. La interfaz es inter y también un poco trans. […]

Ignacio Cobo

PIERRE MOLINIER o el sórdido encuentro de una muñeca y un strap-on sobre la mesa de montaje

Poco es decir que Pierre Molinier (1900-1976), fotógrafo, pintor y poeta, sedujo la realidad del sexo a través de su cámara. Su obra resultó del deseo por recuperar lo andrógino como un más acá del cuerpo, un estado ajeno a toda escisión entre lo masculino y lo femenino. Mejor aún, el francés expuso una síntesis artificial de la disolución referida por Georges Bataille –el desgarro en que los individuos se funden en la voluptuosidad de la pequeña muerte llegando a ser uno solo- y una crítica autopornográfica. […]

Eli Neira

Título: Hacia una po-etica de la acción (parte 1)

Voy a comenzar este escrito sobre performance interrogando a la palabra. ¿Qué es una performance? ¿Qué significa “Performance”? Si somos rigurosos y vamos al diccionario tenemos que “performance” es una palabra del inglés que no tiene traducción literal al castellano y que más o menos se podría entender como “rendimiento” o “desempeño”. Al menos así la traduce el google, que no será ninguna autoridad en materia de traducciones pero es lo que hay y es lo que mas se usa. […]

Jorge Díaz

Para representar el dolor hay que emancipar la lágrima: Tiempos de la herida en activismos artísticos de disidencia sexual

Algo nos incomoda en la representación. Hay algo que nos molesta y que nos provoca una sospecha tan grande que aún no logramos tranquilizar esa incomodidad que nos surge del vínculo entre lo representado, su tiempo, los efectos producto de una sensorialidad ya aprendida y los canales tradicionales de transmisión del relato del cuerpo. Algo hay ahí que parece que nos engaña siempre, hay algo ahí, en esas narrativas que aún nos parece dudoso, muy dudoso. Y esto se acentúa cuando hablamos de representación de las sexualidades que se resisten a clasificar su ?supuesta” identificación en el trinomio sexo-género-deseo que tan organizadamente ha sabido imponer sólo posibles combinaciones entre sus factores. Y de todas esas posibles combinaciones que se entregan según las reglas de la lógica, culturalmente se aceptan sólo algunas. Sólo algunas, nunca todas, interponiendo así una ley de posibilidades acotada. Y nosotros imaginando que aún pueden existir más que las que la lógica nos dice, que las que la cultura permite y las que algunas desobediencias proponen. Nosotros pensando que hay otras también. […]