«Queremos estar a la altura de un universo sin respuestas». Por eso la feminista italiana Carla Lonzi (1931-1982), cofundadora del colectivo Rivolta Femminile, nos vuelve a interpelar, a convocar, a invitar, desde su texto-manifiesto. Escupamos sobre Hegel. Por eso decidimos reeditarlo, casi cuarenta años después de su primera edición y traducción al castellano (realizada en 1978 por La Pléyade en Buenos
Aires). Creemos que el movimiento de mujeres que está justamente poniendo en movimiento nuestro continente puede nutrirse también con la pregunta por el gesto de rebelión que Lonzi hizo escupiendo sobre aquel filósofo, el que nos ubicó en el umbral del mundo animal, el que nos confinó al espacio privado y al ejercicio de la piedad.
Para Hegel, hay dos principios: el humano viril que preside la familia y el divino femenino que preside la comunidad. La comunidad deviene así el principio de destrucción de la familia y, con ella, de lo universal como regla de dominación patriarcal. Lo femenino-comunitario es construido literalmente como «enemigo interno».
Así, lo femenino es también caracterizado como la «eterna ironía de la comunidad» como dice Hegel. Y Lonzi invierte el juicio del filósofo y encuentra ahí «la presencia
del ejemplo feminista de todos los tiempos». Porque la ironía de la comunidad es la que impide que la comunidad se cierre y que sea antesala servil del impulso varonil […]
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