Pensar lesbiana como un procedimiento de disidencia exponiendo las entrañas de un modo de hacer. Ya no identidad sexual, sino escritura siempre inacabada del cuerpo, una escritura como práctica de sí, que balbucea y masculla, una escritura del no hacer como afirmación vitalista. Escribir sobre el hacer(se) una escritura lesbiana sur, sobre los modos en que (des)organizamos la vida, el lenguaje, el cuerpo, la escritura, el activismo, el amor, el sexo, la ciudad, el coger, es animarse a escribir sobre los modos en que se constituye y se desbarata el poder neocolonial de las economías neoliberales y sus procesos de sujeción en el tejido celular de nuestra propia subjetividad. De allí que la escritura lesbiana sea un contingente y larvario espacio epistémico para vislumbrar otras formas de sensibilidad política, afectiva, lingüística, sexual, cultural. […]
En la escritura de las mujeres de color, la mujer, la experiencia, la diferencia y la identidad se tornan articulaciones ya no lineales sino desmontables, que requieren ser revisadas desde espacios capaces de movilizar ya no sólo certezas o verdades últimas, sino más bien, preguntas, dudas y contradicciones. […]
En las reflexiones sobre género e historia reciente, ya forma parte del sentido común decir, que la representación dominante sobre las mujeres en relación con la militancia revolucionaria, particularmente en Chile y en Argentina, ha sido hasta muy avanzadas las post dictaduras, la de la víctima. (Pittaluga 2007, Memoria Abierta 2012). Esta forma de enunciación ha dificultado la emergencia en los relatos de la figura de la militante en tanto agente de transformación social y política. […]