La mujer es el artefacto político que no consigue asumir la soledad, siempre en busca de quién la complete, de quién la ampare, la proteja, la cobije, la resguarde, siempre esperando al príncipe o -la princesa- azul, siempre aguardando algo que estimule su abúlico tedio existencial femenino hegemónico de ángel del hogar sin más afirmación que su melancolía. La soledad en el desierto es la forma que reviste el medio de encuentro de quien procura desertar de las formas del yo-soy-mujer, llevándose en la retirada y el éxodo las armas y los afectos necesarios. […]
El artículo explica la necesidad de establecer diálogos interepistémicos entre feministas occidentales y no occidentales. Ofrece una reflexión sobre el devenir de los feminismos occidentales para mostrar sus límites emancipadores, que son congruentes con los límites emancipadores del proyecto moderno. Argumenta que los feminismos occidentales han reproducido algunas de las características del patriarcado que la modernidad consolidó a escala mundial, como son su carácter colonial, clasista, racista y «epistemicida». […]
Este trabajo se pregunta cómo pensar sobre interacciones íntimas, cotidianas de resistencia a la diferencia colonial, definiendo intimidad no exclusivamente ni principalmente en términos de relaciones sexuales, sino de la vida social entretejida entre personas que no están actuando como representantes o funcionarias. Se parte de la idea de que la lógica categorial dicotómica y jerárquica es central para el pensamiento capitalista y colonial moderno sobre raza, género y sexualidad, y de que los colonizados fueron definidos desde el primer momento de la colonización como no-humanos, cuya animalidad les impedía ser vistos como hombres y mujeres, aun considerando a las mujeres blancas como no-hombres. Se muestra el vínculo entre la introducción colonial del concepto instrumental moderno de la naturaleza que es central para el capitalismo, y la introducción colonial del concepto moderno de género. Se propone un feminismo descolonial, con un fuerte énfasis en una intersubjetividad historizada, encarnada, entablando una crítica de la opresión de género racializada, colonial y capitalista, heterosexualista, como una transformación vivida de lo social. En oposición a la jerarquización dicotómica que caracteriza la colonialidad capitalista y moderna, se plantea el movimiento hacia la coalición que nos impulsa a conocernos el uno al otro como sí mismos que son densos, en relación, en socialidades alternativas y basadas en formas tensas, creativas, de habitar la diferencia colonial. Para ello es necesario el análisis de la opresión de género racializada y capitalista, es decir, de “la colonialidad del género”, a fi n de vencerla mediante el “feminismo descolonial”. […]