Alberto Berzosa

El libro del buen amor. Sexualidades raras y políticas extrañas

¿?mor? ¿Y tú me lo preguntas? No, nos preguntan otros: ¿por qué lo habéis puesto con una A invertida? Por supuesto, ante una pregunta lo mejor es no responder o responder con otra. Si una responde, es responsable, y si respondes con otra pregunta, eres extraña, rara, gallega. Nosotras somos irresponsables y raras. Una que crea un extrañamiento, una incomodidad, un desplazamiento. Y una inversión y, un poco más allá, una profunda reversión. Somos invertidas. Divertidas, subversivas y pervertidas. Esa es una errata: errar, en el sentido de vagar; errar, en el sentido de equivocarse. Fe de erratas. Tenemos fe en las erratas. Siempre nos equivocamos con el ?mor. Errar es humano, aunque quizás los sujetos abyectos no somos humanos. Herrar es humano, que diría un caballo. No queremos
herraduras, pero sí erraduras.
En matemáticas, el símbolo ? significa «para todo». Y eso es parte de nuestra reflexión. El amor se ha utilizado para todo, que es lo mismo que para nada, amar sin amar. Lo indiferente. Como comodín universal, valor supremo que borra las diferencias de clase, de raza, de género, sin genealogía ni historia, sin memoria, con un deseo petrificado y un porvenir previsible, consumible. «Todo lo que necesitas es amor». Queremos cuestionar ese «para todo» en este libro y escuchar las diferencias, lo no universal, escuchar lo particular, en su dolor y en su gloria. […]

Amber Hollibaugh

Críticas sexuales a la razón punitiva. Insumos para seguir pensando junt*s

La criminología crítica ha denominado como razón punitiva a toda forma de gobierno que impone su orden a través de la producción industrial de culturas del control, la criminalización institucional y el encarcelamiento masivo. Desde los años setenta, podemos reconocer, han tenido lugar una vasta cantidad de procesos de actualización y reconfiguración del poder capitalista cuyos con-tornos se han perfeccionado a partir de la incorporación de sistemas de vigilancia y técnicas de clasificación social de los sujetos que incorporan el lenguaje numérico de la administración como contraseña, regulada por maquinarias globales de información y represas empresariales que administran las energías libidinales de los cuerpos en movimiento, yuxtaponiendo a la rigidez de las estructuras disciplinares del viejo orden, modalidades renovadas de sujeción dispersa, punición preventiva y dominación total de la experiencia sensible de la vida en común. Sumado a esta reconfiguración técnica, social y económica, ha tenido lugar la emergencia de una moral securitista que imparte una alianza entre el poder que provee el castigo y la sociedad que lo necesita, lo desea y lo consume como espectáculo. Las estructuras carcelarias se molecularizan al punto tal en que es necesario estar cada vez más atrapad*s y vigilad*s para sentirnos a salvo […]