Amal Eqeiq

Feminismos a la contra. Entre-vistas al Sur Global

Partamos de una hipótesis: la Modernidad estaría viviendo, en el siglo XXI, la tercera oleada de revisión crítica, una revisión crítica que ha ido cuestionando o revisando, con más o menos radicalidad, su matriz de racionalidad masculina blanca, heterosexual, propietaria, capitalista, capacitista y urbana. Esta tercera oleada la constituiría el pensamiento que critica el saqueo generalizado de los recursos naturales, humanos y simbólicos de los países de lo que llamamos “Sur Global” desde un punto de vista anticolonial. Y, dado que no ha habido oleada crítica de la Modernidad, ya sea desde el punto de vista de la clase o del género, sin movimiento que la inspire y vertebre, esto es, que la ponga en marcha, la desarrolle y la materialice en luchas, el movimiento que da aliento a este pensamiento se produce en los países saqueados y, a la vez, en las comunidades racializadas reivindicativas en el propio Sur o en los países del Norte Global a los que han migrado o en que viven las personas tras los procesos de descolonización. Ha llegado la hora de los y las indígenas, de quienes quieren recuperar patrimonio material y simbólico y vivir en sus países de origen, o de las que reclaman su derecho a habitar libremente en los destinos a los que un día se vieron forzadas a migrar […]

Libros

Apuntes sobre feminismos y construcción de poder popular

No es difícil estar en contra de la violencia y la opresión de género, la dificultad reside en reconocernos como opresores. Tal vez por eso nos haya resultado tan complicado escribir estas palabras.
Si bien sabernos oprimidxs nos empodera, reconocernos como opresores nos aterroriza. Tal movimiento implica asumir que las relaciones que estamos construyendo y reproduciendo se encuentran atravesadas por una violencia terrible que lleva milenios enquistada en nuestra
sociedad. Pero como dice una poesía de Gabo Ferro “Lo que te da terror te define mejor”: reconocernos opresores nos aterroriza por sobre todas las cosas porque implica reconocer nuestros privilegios y renunciar a ellos […]

Amber Hollibaugh

Críticas sexuales a la razón punitiva. Insumos para seguir pensando junt*s

La criminología crítica ha denominado como razón punitiva a toda forma de gobierno que impone su orden a través de la producción industrial de culturas del control, la criminalización institucional y el encarcelamiento masivo. Desde los años setenta, podemos reconocer, han tenido lugar una vasta cantidad de procesos de actualización y reconfiguración del poder capitalista cuyos con-tornos se han perfeccionado a partir de la incorporación de sistemas de vigilancia y técnicas de clasificación social de los sujetos que incorporan el lenguaje numérico de la administración como contraseña, regulada por maquinarias globales de información y represas empresariales que administran las energías libidinales de los cuerpos en movimiento, yuxtaponiendo a la rigidez de las estructuras disciplinares del viejo orden, modalidades renovadas de sujeción dispersa, punición preventiva y dominación total de la experiencia sensible de la vida en común. Sumado a esta reconfiguración técnica, social y económica, ha tenido lugar la emergencia de una moral securitista que imparte una alianza entre el poder que provee el castigo y la sociedad que lo necesita, lo desea y lo consume como espectáculo. Las estructuras carcelarias se molecularizan al punto tal en que es necesario estar cada vez más atrapad*s y vigilad*s para sentirnos a salvo […]

francisco godoy vega

No existe sexo sin racialización

“No existe sexo sin racialización” dice uno de los eslóganes
desarrollados dentro del proyecto que posibilita esta publicación. “No
existe sexo sin racialización”, “la heterosexualidad es colonial”, “lo queer
no te quita lo racista” se puede leer en el archivo fotográfico de la acción
La indocumenta(dx), realizada como parte de este proyecto. Al repasar
este archivo de imágenes y al leer los textos aquí reunidos una no puede
dejar de reconocer el impulso que ha ido tomando el campo de crítica que
iniciamos hace una década en el feminismo y los discursos de la sexualidad
en América Latina, y, antes que esto, sin duda alguna con el llamado giro
de(s)colonial.
La frase “no existe sexo sin racialización” viene a condensar de
forma efectiva una crítica y un nuevo horizonte de la política sexual y de
la disidencia sexo-genérica. Las tesis que ha venido a proponer el análisis
de la colonialidad del poder se revelan así como campo fértil que habilita
nuevas interpretaciones en la comprensión del poder y la dominación que
repercute en el amplio abanico de la acción social, incluyendo el campo
del género y la sexualidad.
Si Quijano (2000) afirma que con la conquista e invasión del
continente (re)nombrado por los colonizadores como “América” se
produjeron las nuevas formas de clasificación social e identidades binarias
que se impondrán a nivel mundial desde entonces, tales como: indio,
negro, mestizo, Europa/no Europa, civilizado/bárbaro, naturaleza/cultura,
humano/no humano, el feminismo descolonial vendrá a señalar que la
idea misma de género, la idea misma de sexo y sexualidad, de normal/
anormal, tal como las entendemos hoy, son constitutivas del mismo
proceso histórico (Lugones, 2008; Espinosa Miñoso, 2015; Mendoza,
2010). Ya la teoría feminista negra y de color de mediados de la década de
los años setenta y la década de los ochenta del pasado siglo había hecho
contribuciones fundamentales para entender esto. Sus críticas apuntaban
a desmantelar la pretensión de la teoría feminista hegemónica, realizada
por mujeres blancas burguesas, de imponer el género como categoría
independiente y central para explicar el llamado problema de las mujeres […]

Jules Falquet

De la cama a la calle. Perspectivas teorías lesbico-feministas

Estamos viviendo un momento difícil y complejo. La transnacionalización del capitalismo se apoya en una nueva división internacional, sexual, de clase y racial del trabajo. La mundialización neoliberal es un proceso brutal, que provoca guerras de invasión y un sinnúmero de conflictos armados, así como represión policiaca, aumento del control y militarización de la vida cotidiana. Los niveles de abandono, de miseria y de violencia en que están sumergidas tantas poblaciones del mundo, nos colocan en situaciones muchas
veces extremas, en las que buscamos sobrevivir de cualquier manera. Son las mujeres quienes están padeciendo todos estos fenómenos más gravemente. Las cifras y las estadísticas lo confirman, aunque nunca son suficientes. Y para las lesbianas está situación no es extraña. Viviendo en Latinoamérica, el Caribe, Europa o Estados
Unidos, los estragos de la globalización neoliberal, patriarcal y racista nos tocan de cerca, a unas más que a otras, pero de todas formas nos afectan.
Esta alarmante realidad hace más urgentes las luchas políticas de resistencia y transformación, luchas que no deben tener una visión parcelada y aislada de lo que ocurre. Es necesario entender las relaciones que existen entre las guerras, la pobreza, el racismo, la xenofobia, el complejo militar-industrial y carcelario, los fundamentalismos religiosos, la pérdida de horizontes políticos y la institucionalización de los movimientos sociales, y nuestra situación como mujeres y lesbianas en toda nuestra diversidad […]

Libros

Patriarcado y acumulación a escala mundial

Hay muchas razones por las que esta nueva edición de Patriarcado y acumulación a escala mundial supone un acontecimiento oportuno. Considerado, ya en la década de los años noventa, un clásico de la literatura feminista y de lectura obligatoria para activistas e investigadores del creciente movimiento antiglobalización, el libro no solo es tan relevante hoy como cuando se publicó por primera vez, sino que ahora se dirige a un público aún más preparado a fin de apreciar su contenido y metodología. Al enfocar y proponer una lectura de la historia del mundo basada en la «producción de vida» y en la lucha contra su explotación, este libro habla directamente de la crisis que tantos están sufrien-
do actualmente, enfrentados a la constante destrucción de vidas humanas y del medio ambiente; este tiempo en el que incluso los movimientos de masas más poderosos se ven incapaces de lograr un cambio social positivo está provocando una búsqueda de nuevos paradigmas.
Patriarcado y acumulación a escala mundial recupera, para una generación más joven, radicalizada por el movimiento Occupy y los movimientos de las plazas,1 el corazón radical del feminismo, enterrado bajo años de cooptación institucional así como de negación posmoderna de cualquier espacio común o de puntos
de confluencia entre mujeres. Recupera la sensación, tan poderosa durante la primera fase del movimiento feminista, de que hablar de las mujeres supone tocar algo totalmente fundamental tanto en la historia como en nuestra vida cotidiana. Porque, tal y como señala Mies, las mujeres no son solo un grupo cualquiera de seres humanos entre muchos otros, ellas son las que, en cualquier época y sociedad, han producido la vida en este planeta y de cuyo trabajo, por lo tanto, depende todo el resto de actividades. Desenterrar y trazar el camino que nos lleve al origen de la explotación de las mujeres es preguntar por qué y dónde la historia «tomó la dirección equivocada»; cuáles son las auténticas fuerzas que han dirigido la historia del mundo y cuál es el auténtico rostro, la realidad del sistema capitalista en el que vivimos […]

Adrianne Rich

Nacemos de mujer. La maternidad como experiencia e institución

Nada más lejos de nosotras que las plantaciones del Sur estadounidense, en las que las blancas tenían doce hijos que eran cuidados por esclavas negras, cuyos hijos a su vez se convertían en esclavos. Nada más lejos, seguramente, que las maternidades del tiempo en que aún no se había extendido el control de la natalidad, y las mujeres del campo trabajaban y criaban al ritmo de las cosechas. Allá lejos queda también la primera industrialización y las condiciones en las que trabajadoras en talleres y fábricas se convertían en madres, sin la más mínima
profilaxis entre embarazo, parto y siguiente embarazo. Incluso quizá se puedan considerar antepasadas aquellas sufridas mujeres de la mitad del siglo xx que, dejando a medias cualquier proyecto vital, se encerraban como orquídeas entre electrodomésticos cromados, criando a la parejita de hijos mientras el
marido trabajaba en la gran ciudad.
Algunas de las estampas anteriores igual nos suenan de otro planeta, tanto parece haber avanzado la «liberación» de las mujeres en los últimos cincuenta años. Casi podríamos creer, con la información ambiental, que las mujeres disponemos de capacidad de decisión con respecto a nuestros cuerpos, que manejamos nuestros ciclos y sabemos sortear los periodos de fertilidad, que decidimos cuándo tener hijos y cuántos, ¡que es madre quien quiere! En comparación con las generaciones precedentes, manejamos información abundante en foros, páginas médicas y libros expertos, hasta el punto de que nos podemos llegar a sentir soberanas de nuestras maternidades. En apariencia […]