Más allá o quizás debería decir mas acá del actual debate sobre las generaciones literarias (una cuestión disciplinaria que me parece un importante ejercicio de contextualización de los procesos escriturales sólo en cuanto integren los momentos políticos para traducir la materialidad escritural de un tiempo) me gustaría esta vez implicarme en aquellas formas de escritura que desde el activismo sexual involucran al poema, en su forma más amplia y quizás también más política, como canal a través del cual manifestar una incomodidad a la forma del cómo están siendo leídos nuestros cuerpos. Con esto no quiero decir que en el conjunto de escrituras de aquellos de quienes quiero hablar, exista algo así como una generación literaria que creció entre una pos-transición con un capitalismo ciego y una democracia en la medida de lo posible. Son estos los contextos que moldean sus palabras y sus poéticas a formas que reclaman escapar del hogar patrio y sus relatos del miedo a la protesta y a la ficción política como estrategia escritural. Algo así como abrir la puerta de la calle para escribir, volviendo a dibujar aquel cuarto propio feminista pero ahora activándose más compartido. Un cuarto compartido. […]