Gilda Luongo

Esquinas de una primavera ardorosa. Octubre-noviembre 2019

El silencio de la escritura. Lo que no alcanza a llegar al papel, a la letra-palabra porque se atasca, contrae, repliega, resta, obtura, esconde (leo a la poeta Julieta Marchant en su escrito “Para qué poetas en tiempos de miseria”, su reflexividad profunda, sobre sujetos escribientes en estos tiempos sinuosos, me conmueve,
provoca). El escamoteo palabrero resuena en las noches de insomnio ante tanto sonido perturbador que estalla: ulular de sirenas, gritos, disparos, helicópteros que vigilan desde el cielo, sonidos estrepitosos de lo que cae. Imágenes como sobresalto,
se estrellan en la piel y el corazón añosos. Lo que nos ocurrió en el lapso de un mes, lo que nos acontece aun, no cesa. Un viernes 18 de octubre actúa como inicio. […]

Gilda Luongo

Carta de una feminista añosa a Simone de Beauvoir. Desvelos y revueltas de hoy

Bella Simone, contarte que las cartas me persiguen, me asedian, me desvelan, me demandan su escritura como si esta anacronía fuera lo único posible en estos tiempos. A destiempo, fuera del tiempo, un error. Pero errar es labor metafórica. Imagino cuánto
pensarás cuando la recibas vía correo tradicional. No me contestarás, lo sé. No importa. Mi propósito es brindarte un camino sinuoso de ida, una posible comprensión de los sentires y
pensares que has provocado en esta indagadora feminista añosa, tercermundista, resistente, más que nunca, a escribir según el mandato de la academia de hoy. Según las disciplinas que habitan la casa del amo, boas constrictoras de la palabra suelta, de la desbocada, de la disparatada. Pero las muchachas de la Colectiva Feminista quieren celebrarte a setenta años de la publicación de El segundo sexo y la escritura epistolar, para celebrarte, es mi
encabritada respuesta a su invitación. No, estas muchachas briosas no se hallan a des-tiempo, están montadas en Chronos, cabalgando a galope firme, sudadas, con pecho descubierto, con sus pezones oscuros en ristre, sus cuerpos políticos turgentes, ceñidos, sin escudos. ¡Ay! Te pondrás alegre de ello, lo sé […]

Gilda Luongo

Guerra Florida de Daniela Catrileo: “Perfume fragante de la memoriamadreselva” o “esta danza es por nosotras”

Guerra Florida, territorio poético feraz, contiene zonas, territorios ante los que mi cuerpo se doblega. Mi lectura conmovida asedia a cada uno en su anchura. Mi emoción se encoge o se ensancha ante las entradas, entrecruces, salidas intempestivas, arremetidas,
permanencias hermosas, laberintos, (trans)fugas, trayectos, huidas. Y sus paratextos. Primero, me lanza a boca de jarro su título, pienso en las xochiyaoyotl, las guerras floridas de las comunidades mesoamericanas. Este primer brote que cojo en mi mano se abre como zona inacabable, una interrogante abierta también del in xochitl in cuicatl, la flor y el canto que brotan desde ella. ¿Cómo se teñían estos encuentros entre comunidades, supuestamente enemigas, cuántas resignificaciones nuestras fallan en el intento por aclarar, transparentar, traducir vana y soberbiamente estos rituales indígenas antes de la llegada de los
colonizadores? Las palabras son esquivas, las traducciones son (mal)intencionadas desde la colonización; las epistemes que han deseado cubrir con su velo occidental estos signos antiguos fracasan una y otra vez. Su estrépito. Entonces, los textos actuales y las investigaciones resultan insuficientes para acordar verdades respecto de estos eventos llamados “bélicos”. No hay verdad. Tampoco bastan “La noche boca arriba” de Cortázar o
las menciones ácidas y paródicas de Bolaño a la lucha armada revolucionaria como guerra florida, la que nos arrojaría a una vida nueva, al hombre nuevo, aunque al parecer no a la mujer nueva. Sin embargo, la boca me queda invadida del sabor de la guerra y las mujeres, las ñañas, esa explosión poética que el poemario de Daniela Catrileo detona, dispara múltiple para mi lectura […]

Gilda Luongo

Paso de pasajes. Crítica feminista

Paso de pasajes. Crítica feminista es un convite, un sabroso despliegue que la crítica feminista radical Gilda Luongo nos hace revisitando sus escritos, sus reflexiones e ideaciones, para imaginar con-otrxs los diversos trazos y contramemorias del acontecer feminista, de la escritura de mujeres y de los sujetos abyectos diversos, explorando la fuerza de las diferencias para pensar y proponer una lectura, un pasaje con ímpetu de justicia y ética del cuidado. Y es generosa en advertirnos que su pensamiento sustenta una mirada ética, política y estética particular, dotada por la crítica y el feminismo, y su cruce fronterizo, complejo, contaminado y poderoso. Este cruce y mezcla, contrario a concebirlo como un problema, la autora lo ofrece en tanto acierto para la articulación de figuraciones reflexivas, materiales y corporales que trazan desplazamientos hacia la lectura de escritoras indígenas, lesbianas, madres, hijas, transexuales, para historizar y situar la escritura como ejercicio memorioso y crítico de las políticas de la diferencia sexual, racial, étnicas, etarias y de clase. En este paso se aventura al pensamiento mestizo en movimiento, cami-nante y a su acontecer transformador, como un pensamiento-vida nutrido por el desborde y la intromisión de disciplinas, géneros y temas diversos ligados entre sí, desde su cuidadosa atención a la memoria, a la escritura, a las posibilidades y a la libertad. Textos publicados en revistas indexadas, libros en coautoría, editados dentro y fuera de Chile o ensayos en www.bibliotecafragmentada.org y otros medios son bisagras que despliegan su propia lectura-escritura, interpretación y destello ante el desafío de pensar, idear e imaginar a partir del acontecer cultural, social y político […]

Gilda Luongo

Las M múltiples: Malicias feministas de Victoria Aldunate

El texto Maliciosas, desde su título y subtítulos, dibuja una boca que emite palabras en las que la consonante de inicio, bilabial y oclusiva, se multiplica y abre un abanico de sentidos feministas mudos que nos interpelan. Me digo: una intención encubierta borda las malicias del texto. Junto con ello construye una serie de términos cargados a modo de disparos en nuestras pieles: una descarga fulminante. Los labios juntos y el sonido obturado
me provocan pensar en los significados de los calificativos seriados: maliciosas, marimachas, militantes, maracas y malditas. Todas en género gramatical femenino.
¿Quiénes son estas sujetos adjetivadas de este modo? ¿Por qué es preciso nombrarlas de este modo? ¿Es dable pensar que la ironía y la suspicacia se desatan como bombas de racimo entre estos vocablos injuriosos? ¿Explosionan los agravios de estos atributos nuestras cómodas lecturas feministas? ¿Quedamos desafectadas frente a ellos? ¿Si nos afectan, cómo respondemos ante ellos? Usar las palabras ultrajantes que nos han sido
infligidas para aglutinar relatos de mujeres es una provocación feminista. Esa es la “malicia” de Victoria Aldunate. Suele ocurrir que, entre quienes rondamos los feminismos, nos apropiemos de las palabras agraviantes que nos han maniatado desde la cultura, desde lo simbólico y las asediemos para alterar sus sentidos. El lenguaje nos constituye, a menudo desde la opresión y las trampas, y si queremos transformar esta sociedad asfixiante y
opresiva, necesitamos repensar el lenguaje, deconstruir sus binarismos, explosionar sus significados, exponer la primacía del significante y explorar sus posibilidades libertarias con toda nuestra imaginación y osadía. Esto es lo que hace Victoria Aldunate al entregarnos nuevamente este texto, cuya fecha de primera de edición ocurrió hace nueve años atrás […]

Gilda Luongo

Disparos feministas: cuerpos tan vivos y tan políticos, mayo-junio del 2018

Los múltiples cuerpos políticos de muchachas. Tantos juntos. Briosos, vestidos con ropajes negros, de colores, para la marcha y su organización, la representación, el baile que denuncia, visibiliza, apunta con el dedo; desnudos, con torsos desafiantes, pechos turgentes, las aureolas y sus pezones oscuros, en punta, en eyección para la funa poderosa; esa zona erógena, lugar íntimo, escondido, que nutre en la crianza y la reproducción, aquí se vuelve pura política abierta, resistente, feminista radical; espaldas fuertes que resisten y soportan la lucha más larga; vientres que se multiplican en vaginas sangrantes donde la vida humana puede o no cuajar cada mes; cuerpos hacia adelante, alzados en muros, en estatuas de próceres cardenalicios, de patriarcas ridículos, sostenidos en vallas de contención, tirados en el suelo, arrastrándose en la escenificación del golpe, de la violación, del dominio, del ultraje; llevando en ristre al fuego que los alienta en antorchas ígneas, teñidas de rojo sangre, en ebullición; cuerpos que enrostran a la fuerza policial de frente y esta se empequeñece, se vuelve frágil, volátil porque no sabe qué hacer con esta potencia revolucionaria, porque se ve sobrepasada por esa vitalidad política feminista y revoltosa de muchachas temerarias […]