Leo como respiro, cotidiana, vital. Lento a veces, acezante otras y en calma, tan en calma otras tantas. Leo esta Revista Catáloga acezante. Creo que es su enfoque en las memorias feministas lo que me remece. Sí, como feminista añosa el trabajo de memoria me habita. Pienso en Simone de Beauvoir cuando dice, en su libro La vejez, que viejas y viejos lo que más tenemos es pasado. Me dejo llevar por la imaginación en esta lectura y entonces aparece un collage. Un collage antes que nada. La memoria es amante de la imaginación, me dije hace unos cuántos años atrás cuando indagaba en la poesía de mujeres mapuche y sus memorias bellas.
Los colores me invaden, no son solo los que surgen de las gráficas bellas de la Revista. Son los colores de mi memoria que pintan a su antojo las provocaciones que estas mujeres de la Colectiva Catáloga han seleccionado, ideado, sentido, pensado como feministas bellas que son. Las sé a ellas de memoria también. Recuerdo cuando nos encontramos en algún lugar, ¿puede haber sido en Ñuñoa?, en uno de sus talleres de lectura, en ese tiempo se llamaban las “Vaginas ilustradas”. Me invitó en ese entonces Gladys Bustos que andaba con su impulso librero a cuestas, esa mujer lesbiana de amar. Las recuerdo-imagino jóvenes, nuevecitas y briosas. Ahora y aquí, en este presente, su persistencia en el activismo feminista desde la lectura con su Revista me sorprende, me enamora en un azul profundo.
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